Mario Levrero y algunas casualidades más o menos misteriosas

28 May

lanovelaluminosa2En este momento tengo sobre mi mesa de noche La novela luminosa de Mario Levrero. Aún no la he terminado de leer pero estoy cerca del final. Este escrito no es propiamente una reseña, más bien se trata de un registro de ciertas casualidades, algunas más misteriosas que otras, que se han producido en mi vida durante la lectura de la novela.

Primera casualidad: como ustedes probablemente ya sepan, la novela está dividida en dos partes. La primera, El diario de la beca, que ocupa la mayor parte del libro y la segunda La novela luminosa propiamente. Pues bien desde hace tres años vivo de una beca para realizar una investigación literaria y las angustias y conflictos generados por la necesidad de cumplir con los compromisos adquiridos y las dificultades, obstáculos, y también desidia para cumplirlos, llenan varias páginas de mi propio diario. Mi diario en estos dos últimos años podría haberse titulado perfectamente el diario de la beca aunque no tendría un nombre propio tan sugestivo como el del Sr. Guggenheim que utiliza Levrero como fórmula dialógica. Claro, esta coincidencia tal vez no sea tan misteriosa, hay miles de seres como nosotros viviendo de una beca y escribiendo diarios donde de manera inevitable serán discutidos conflictos muy parecidos. Pero sigamos con las casualidades y ustedes me dirán al final si estoy siendo un tanto paranoico o no.

Segunda casualidad: hace algunos años comencé a interesarme de forma sistemática por novelas policiacas. Antes leía una de vez en cuando pero no era un fanático. En algún momento de mi vida de lector y tal vez cansado de leer siempre la literatura “seria”, las grandes obras o como quieran llamarlas, se fue produciendo en mi tendencia lectora una necesidad de otra cosa. Las novelas policiacas han cumplido esa necesidad. Este hecho unido a mi costumbre ya muy antigua de frecuentar las librerías de usados me hicieron establecer una identificación inmediata con el Mario Levrero, fanático de novelas policiacas que visita casi a diario las librerías de viejo de Montevideo buscando drogas para satisfacer su vicio lector.

Tercera casualidad: en algún momento del diario de la beca, Levrero menciona a la escritora española Rosa Chacel. Aquí debo confesar que antes de la mención de Levrero nunca la había oído nombrar y no conocía sus obras. El 9 de abril (lo tengo consignado en mi diario), algunos días después de ver su nombre en el libro de Levrero, recorriendo al azar uno de los estantes de la biblioteca del Instituto Cervantes de Río, me encuentro de frente con los Diarios de Rosa Chacel y algunas de sus novelas, entre ellas Barrio de Maravillas, también citada por Levrero. Pero no sólo eso, leyendo la presentación de uno de sus libros me entero que Rosa Chacel vivió en Río entre 1942 y 1972. En mi diario escribí aquel día: “Todo esto me indica que debo leer a Rosa Chacel y buscar sus pistas en la ciudad”.

Cuarta casualidad: aparte de gastar gran parte de su tiempo manipulando diversos programas en la computadora, o haciendo sus propios programas, Levrero dedica horas en la madrugada a mirar y bajar pornografía de internet. No es nada asombroso que yo también lo haga (sobra decir que 9 de cada diez amigos que tengo lo hacen casi a diario, aunque algunos no lo reconozcan públicamente). Pero lo curioso es que Levrero tiene un conflicto con la pornografía y trata de matizar su afición con algunas excusas poco convincentes y aquí es donde se relaciona conmigo y con el peso de una cierta culpa católica que nunca me abandona. Después de un momento del diario no vuelve a aparecer ninguna mención a la pornografía y no sabemos si Levrero abandonó las búsquedas o simplemente dejó de hablar de ello por pudor.

Quinta casualidad: sobre esta casualidad voy a transcribir totalmente lo que escribí en mi diario el 10 de abril: “otra coincidencia más relacionada con la lectura de Levrero, la mención a un libro de Peter Handke y a la película de Win Wenders sobre el libro. Justamente hace unos días C. me había estado hablando de todas las adaptaciones para el cine de los libros de Handke. No sé, parece que hay algún tipo de energía parapsicológica en torno a la novela de Levrero. Parece que me estuviera enviando señales para hacer algo pero todavía no veo claramente qué es lo que debo hacer”.

Sexta casualidad: el seguimiento al cadáver de una paloma sobre la azotea de un edificio vecino, y al comportamiento de la paloma viuda, como la llama Levrero, es una de las líneas argumentales que se mantiene de forma más constante en el diario de la beca. Antes de comenzar la lectura de La novela luminosa, yo venía acompañando con interés el comportamiento de una pequeña lagartija que había aparecido en el baño de casa. Casi todos los días registraba en mi diario sus movimientos, los lugares en que se escondía, las horas en que aparecía. “Hoy la lagartija se quedó mirándome un largo rato, completamente estática”, escribí en mi diario el 2 de abril, “No supe qué hacer. No quería moverme bruscamente para no asustarla pero tenía que salir del baño. Nos seguimos mirando por algunos minutos (o tal vez fueron sólo segundos) hasta que ella volvió lentamente al hueco del sifón”. Tal vez no se trata exactamente de lo mismo, pero me refiero a ese acompañamiento sistemático y a la relación humano-animal que establecemos, Levrero con la paloma y yo con la lagartija.

Finalmente hay que mencionar que este tipo de conexiones aparentemente no racionales, psíquicas o parapsicológicas y la reflexión de Levrero sobre estos fenómenos hacen parte central de la propia novela, o sea que lo que me parece que está pasando conmigo a partir de la lectura de la novela sería como una replicación en la dimensión de mi realidad de esos mismos efectos y relaciones de orden extrasensorial.

Como dije al inicio, todavía no he terminado de leer la novela y tal vez sea necesario completar estas notas posteriormente. En todo caso sentí la necesidad de registrar esta serie de casualidades que a lo mejor, en el futuro, puedan ayudarme a comprender algunas cosas sobre mi vida y la literatura.

4 respuestas hasta “Mario Levrero y algunas casualidades más o menos misteriosas”

  1. ginebra (@ginebra) mayo 29, 2013 a 23:40 #

    Bienvenido, entonces, al alma de Gardel.
    (Nota al pie: No somos logia ni secta. Simplemente así funciona).

  2. P abril 16, 2014 a 01:53 #

    Ja, dónde me uno, yo llegué a Él por El lugar y no he podido salir

  3. caf octubre 7, 2020 a 15:47 #

    Seguro que darás con varios lectores que han pasado por identificaciones similares a las tuyas al leer la Novela Luminosa. Como si el libro estuviera hablandole a uno. Raro. Pero así pasa. Saludos.

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  1. ensaio - noviembre 26, 2013

    […] que emana de alguns de seus escritos, em especial de La Novela Luminosa.  Isso foi reforçado por um post e uma conversa com o Rafael, quando nos encontramos lá na Tijuca, da última vez que estive no […]

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