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La búsqueda de Clarice Lispector

21 Oct
Ilustração de Tom Vieira

“Hay muchas cosas para decir que no sé cómo decir. Faltan las palabras”, escribe la narradora de Agua viva (1973), de la brasileña Clarice Lispector. Desde Cerca del corazón salvaje, su primera novela, publicada en 1943, la obra de Lispector se interna en una búsqueda agónica por alcanzar algo que está más allá del lenguaje, algo que la literatura acecha pero que quizá nunca logre aprehender. Sus narradoras están siempre transitando por los límites de la escritura. Parece que las palabras no pudieran llegar hasta esa materia viscosa, ambigua, pasajera que se sitúa más allá del lenguaje y del pensamiento, en una zona de sombras. Intentan alcanzar algo que se les escapa en el último momento y que incluso no saben cómo nombrar: “la cosa verdadera”, “la esencia”, “el instante-ya”.

La trama de la mayoría de las novelas de Lispector pierde relevancia frente a esa búsqueda existencial y metafísica. “Novela psicológica”, “novela intimista”, “novela introspectiva”, “monólogo interior”, fueron expresiones usadas por la crítica de su tiempo para intentar caracterizar su obra. Uno de sus primeros críticos intentó compararla con Joyce, Proust y Virginia Woolf, algo que no le gustó mucho a la escritora, que en una carta a su hermana Tania le dice: “Le escribí [al crítico Álvaro Lins] diciéndole que no conocía a Joyce ni a Virginia Woolf ni a Proust cuando hice el libro, porque al maldito del hombre solo le faltó llamarme ‘su representante comercial’.” En los años cuarenta la crítica intentaba comprender la obra de Lispector a partir de referencias europeas porque parecía –y tal vez aún parece– un elemento extraño en la tradición literaria brasileña. Lejos de una pretensión representativa de cierta realidad local, como en el caso de varios de sus contemporáneos, las novelas de Lispector están ligadas muy frágilmente a referentes externos. Por el contrario, se construyen casi obsesivamente dando vueltas sobre un mismo asunto: “…Estoy buscando, estoy buscando. Intento comprender” (La pasión según G. H., 1964).

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