Momentos Kodak

10 Abr

No sé muy bien si estos Momentos Kodak son intentos de prosa poética o de poemas en prosa, aunque presiento que eso no tiene mayor importancia. Sería mejor definirlos como ejercicios, libremente inspirados, en la conjunción de dos mecanismos de escritura: 1) la reducción de la vida entera de un hombre o una mujer a dos o tres escenas y 2) el arte de escribir sin escribir del haikü.

Laura

En medio del parque hay una fuente con la estatua de una mujer. Al fondo una iglesia iluminada por el sol. El parque está lleno de hombres viejos que juegan cartas sobre unas bancas de cemento mientras las palomas vuelan peligrosamente sobre sus cabezas blancas y grises. En su bolso el pasaje de avión. En su cuerpo el vacío. No piensa en nada. Su mirada se concentra en la sonrisa del viejo que súbitamente tira un as de trébol sobre la mesa.

Diego

Es el segundo café y el tercer cigarrillo. El cielo está despejado y la brisa mueve levemente las ramas de los árboles que se ven a través de la ventana. En sus manos una novela, escrita por ella, donde él es el trágico protagonista. Toma otro sorbo de café. Se da cuenta, sólo ahora, que ya no le importa para nada el asunto de la inmortalidad.

Patricia

Una leve neblina envuelve los cerros y la parte más alta de los edificios del centro. El ruido que acompaña el comienzo del día empieza a percibirse a lo lejos. Se levanta, entra al baño, se moja la cara. Se mira en el espejo. Se siente vacía, siente que su vida no tiene sentido. Su madre, su hermana, el cáncer… Le pone crema dental al cepillo y empieza a lavarse los dientes. Sacude la cabeza. Intenta pensar en otra cosa. Piensa en los ojos de él. En la forma de su cara. En los pequeños agujeros que se forman a cada lado de su boca cuando habla. Siente un poco de alivio y una sonrisa se refleja de un modo singular en el espejo.

Andrea

Un silencio extraño. Ráfagas de aire cruzan el cielo despejado. La mirada en algún lugar impreciso: los edificios de la ciudad, los autos que pasan sobre el puente, dos pájaros amarillos, un barco de carga. De repente un murmullo y luego un llanto. Incontrolable.

 

Laura y Martín

Estación del metro. Miles de voces, gritos de vendedores ambulantes, un niño que llora. Ellos se abrazan indiferentes al estruendo que crece a su alrededor. El tiempo se ha detenido. Nadie los ve, nadie puede tocarlos, son completamente invulnerables. Sus cuerpos están aislados en medio de la multitud. Cuando se separan, ven la cara de una niña que los mira y sonríe.

Sonia

Vestigios de vacío bajo el sol. Agujero negro a su lado derecho. Sensación física, tan física como verse los dedos de la mano.

Ana

Está sentada en la pequeña mesa de la cocina. El ventilador encima de la nevera hace un extraño ruido cada vez que completa su ciclo. El gato pasa furtivamente por el marco de la ventana. Ella dice: mi padre… Y no puede continuar. Se toma la cara con ambas manos. Su cuerpo se dobla hacia delante. Demasiada fragilidad.

Pablo

Hojas amarillas cubren la calle. Por un instante ve las sonrisas de sus amigos, su cuarto de infancia en la casa del pueblo, las manos arrugadas de su abuela, el rostro de su padre despidiéndose en el aeropuerto. Camina con la mirada fija en el suelo y se da cuenta que tan sólo la extraña a ella.

Nicolás

Deja las maletas al lado de la puerta y se mira los brazos: no tener sangre japonesa en las venas y perderlo todo. Observa fijamente las fotografías donde está con él y una lágrima se desliza hacia el suelo. Engaña con vino la melancolía de Tokio.

Santiago

La lluvia golpea levemente el vidrio de la ventana. Hay una música de fondo. Pero la sensación ahora es extraña. Antes esa música evocaba una salida posible, una fuga, aunque no sabe muy bien una fuga de qué o de quién. Está en medio de lo que buscaba y no siente nada en especial. Está con ella y no tiene que ir a trabajar todos los días. Es lo más cerca que ha estado de la felicidad. Sin embargo, esa maldita sensación en la boca del estómago.

Valeria

“Me levanté ese día con la impresión de que ese cuarto no era el mío”, dice. Desde la cama sólo tiene que mover un poco la cabeza hacia la izquierda para ver las copas de los árboles. Pero en las noches, cuando hay viento, siente miedo. Las sombras se mueven en la pared y sobre la cama. A veces despierta, asustada, pensando que todavía está en el otro cuarto y que en cualquier momento entran ellos y la asesinan.

Felipe

Es de noche. Hace frío. La mujer desnuda a su lado enciende un cigarrillo. Hay algo en ese gesto que le trae un recuerdo impreciso. Imagina el rostro de ella y siente un leve mareo. La mujer dice algo pero él ya no la escucha.

Martín

Atraviesa kilómetros buscando algo que se desvanece en el aire. ¿Dónde están las respuestas?¿Dónde queda hoy el templo de Delfos? Búsqueda y olvido. Su vida se reduce a dos palabras.

Una respuesta to “Momentos Kodak”

  1. Diamanda Bronx abril 11, 2011 a 22:56 #

    Instantes-imágenes que pueden perderse en nuestra historia cuando el reloj cambia de segundo, o que habitan justo en ese segundo trascendental, en el que estamos frente al precipicio con ganas de saltar.

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