Cuando juego con mi hijo
Con sus lanzas y escudos
Y sus caballos
imaginarios
Yo también me transformo.
Por instantes me olvido
Del sufrimiento
Y del cuerpo.
Dejo que la ficción
Me atraviese por completo
Y me siento un poco
Como Sancho Panza
En posesión de su ínsula.
Aunque al final de la jornada
También como a Sancho
Me ataca la melancolía
Al pensar que mi hijo
Un día
Se levantará de su cama
Y no será más
Don Quijote
Sino
Alonso Quijano.
Cuando don Quijote se convierta en Quijano querrá jugar contigo, Sancho, ya no con lanzas y espadas ni caballos imaginarios, eso es un hecho, pero querrá jugar contigo.